miércoles, 8 de septiembre de 2010

Por fin he superado mi miedo AVALANCHA


Seis dias antes.
-José, no saltes que la semana que viene tenemos lo de Manzaneda.
-Tranquila, yo controlo.
Viernes 3.
José lleva un esguince del quince por lo que estoy más sola que la aceituna del martini en esto de la avalancha. Al menos se ha ofrecido a hacerme de chico-para-todo. Que se joda, haberme hecho caso.
Hace 4 años tuve una mala experiencia en mi primera avalancha en el mismo sitio y la verdad es que estoy aterrada. Me dejé el peroné en un salto. Aunque claro, por aquel entonces montaba una bici rígida con 7cm. de horquilla y llevaba un mes en esto de la bici… ¡Que atrevida es la ignorancia!
Esta vez va a ser distinto; llevo 16cm. de suspensión delante y detrás (más vale que sobre…), 4 años y dos meses (suena a condena) pedaleando , y respecto a lo de la ignorancia… mejor vamos a dejarlo en tablas.
Pero vamos, que el devaneo mental de lo del peroné no me lo quito ni con salfumán. Llevo dos semanas taladrando a mis amigos a través del facebook con preguntas de todo tipo para que me tranquilicen y por más que lo intentan yo a lo mío; a comerme el tarro. Soy así. Para colmo la intranquilidad no me está dejando dormir así que voy por la vida medio zombie y abusando de la valeriana.
Dormimos en Puebla de Trives, en una casita rural que tenemos alquilada para el fin de semana. Bueno… duerme José. Yo me dedico a dar vueltas en la cama. Quiero que empiece, pero no quiero que empiece.. (odio ser bipolar, es una sensación fantástica).
Sábado 4.
Suena la alarma a las 8:30. En media hora está todo preparado y metido en el “Picachu”. Subimos para la estación y llegamos al parking donde todavía hay poca gente, así que aprovecho y me acerco al stand de SAAB a por la acreditación de la avalancha. Me tiemblan hasta las encías. Por allí pululan Guti y Mó, los responsables de Sherpa Project y de todo este tinglao (y de ser cansinos en recordarme que participe, pero que conste que os quiero mucho) Y pensar que hace 2 semanas yo tenía entre mis planes estar este finde en un balneario con mi chico… ¡¡¡Guti, te mato!!!.
Poco a poco va llegando más gente; Miguel y Marian de Madrid, Kike de Vigo… y tropecientos más que nos vamos disfrazando de gladiadores romanos mientras ponemos a punto las máquinas para la ocasión.
Por la mañana vamos a hacer una bajada para reconocer el terreno así que pillamos el telesilla que nos lleva a la salida.


La bajadita se las trae, aunque acompañada por Miguel y por Kike se deja llevar. Vamos al tran-tran, disfrutando, comentando los pasos y haciendo alguna voltereta divertida (con qué par de torpes me he ido a juntar, jajaja, ya sabéis que lo digo en broma). Hay un par de repechos de echar los higadillos en el intento y ahí es donde espero que la Patriot dé un repaso a las bicis más tochas.
Al final… 600 y pico calorías gastadas en poco más de media hora ¡Y luego dicen que el descenso no cansa!
Comemos ligerito de buffet y por la tarde toca la bajada de clasificación para las dos mangas de mañana. Así que telesilla de nuevo y adelante, que la cosa se pone seria.
En la línea de salida esta vez formamos en parrilla, cada uno es su sitio. Guti va cantando la cuenta atrás mientras por mi cabeza va pasando de todo y mi corazón se va acelerando a mil por hora.
Diez… cinco… ¡AVALANCHA!
Y aquello se convierte en un rebaño de ñús perseguidos por una panda de leones hambrientos. Yo tengo muy claro que he venido a disfrutar de la experiencia así que intento apartarme para no entorpecer mucho a los pros. Conforme vamos bajando voy dejando atrás las primeras víctimas; pinchazos, reventones, cadenas rotas, caídos… ¡Esto es la guerra! Por delante oigo a Kike animándome así que suelto frenos, aprieto y pillo el furgón de cola. Empiezo a sentir el flow. Curva, piedras, gente haciendo fotos, mi chico que me grita dándome ánimos, más piedras, repecho… Kike y yo nos vamos turnando tirando el uno del otro. No tenemos mucha prisa ya que no nos van a cerrar el chiringuito, pero tampoco vamos cojos. Voy sufriendo en la subida, me sobra el peto, el casco me impide respirar, el corazón lo llevo loco perdido, los pulmones no dan más de sí… entramos en Manzaneda pueblo y ¡META!
Me enchufo tres powerades seguidos del tirón ¡Vaya sudada! Miguel ha bajado genial, está entre los 15 primeros. Kike y yo estamos sobre la posición 40 para mañana. Esto promete…
Para la cena decidimos tirar de chuletón al punto, que a más de 600 calorías por bajada lo tenemos más que merecido, jejeje.. Chupito de licor café y a la cama, que se me cierran los ojos.


Domingo 5.
Esta vez el despertador suena a las 8, hay que estar arriba más temprano que ayer. Por fin he podido dormir del tirón y eso se agradece. El cansancio y los nervios de ayer han dado sus frutos. Desayuno estilo marqués en la casa rural con tostadas, fruta, café recién hecho y música barroca de fondo y salimos disparados a Cabeza de Manzaneda.
Por allí la gente parece más tranquila que ayer, que no hay tanta prisa. Pillo a mis dos compis de ayer y subimos en el telesilla para prepararnos para la primera manga.
Si ayer me lo tomé con filosofía hoy me encuentro más killer. Voy a buscar mis límites. Esto de ser la única fémina tiene sus ventajas; mientras no rompa nada voy a acabar la primera de mi categoría. Aun así una tiene su orgullo, ¡voy a por todas! Llevo un subidón que flipo conmigo misma.

De nuevo veo a Guti, mala señal...
Diez… cinco… ¡ALAPLANCHA! ¿habré oído bien? ¿O sigo todavía con el chuletón en mente?
¡Y otra vez la manada de ñus a degüello! Un capullo de las filas de atrás me adelanta dándome un codazo que casi me desestabiliza. Aún así me recompongo y empiezo a darlo todo. Esta vez no llevo a Kike como referencia así que me tiro a tumba abierta. Durante el trayecto lo mismo de ayer pero más en vivo y en directo. Hay un par que tienen la delicadeza de tropezarse delante de mis narices, jojojo. Espectáculo asegurado. A ver si me voy a caer yo...
Voy dejando corredores con averías atrás. Los repechos los hago como si no hubiese un mañana, llega la bajada de piedras sueltas, curva cerrada... y Anita al suelo! Ya estaba aguantando mucho. Me levanto, me recompongo, me sacudo el polvo, monto de nuevo, voy a dar la primera pedalada y... ¡mierda, la cadena! La engrano como puedo, noto que llevo el cambio tocado pero pongo la bici a tope hasta abajo... ¡META!
Otros tres powerades para la niña, que llevo un sofocón muy gordo. Kike me ha sacado 2 minutos y Miguel ha bajado 2 puestos más en la clasificación así que estamos eufóricos.
Pillamos el autobús y subimos de nuevo a la estación para afrontar la última bajada del día.
Nos tomamos una cocacola con un donuts en la terracita al sol y descansamos un ratín. Así como ayer hubo ganas para hacer unas bajaditas entre manga y manga hoy estamos con menos energías.
Y me veo de nuevo en la salida. Guti a lo suyo...
Diez… cinco… ¡AVALANCHA!
Está claro, ni apartarme ni hostias. Esta es mi bajada. Empiezo a pedalear a fuego y... ¡MONTONERA! Delante mía se forma una polvareda impresionante. Un embrollo de bicis y personas por el suelo. Freno con todas mis fuerzas y no lo puedo evitar: me estampo con la rueda de delante. Levanto como puedo la bici por los aires, salgo de la maraña y empiezo a pedalear a tope. Localizo a Kike a escasos metros y voy a por él. Esta vez no te me escapas, bandido. Voy con los nervios a flor de piel, la adrenalina que me sale por las orejas, la sangre me hierve... Vamos, que llevo el subidón subidón! En los llanos echo en falta el tercer plato, me sobra energía (debo estar digiriendo todavía el chuletón de ayer).
En el repecho largo nos levanta las pegatinas Miguel. El pobre debió verse envuelto en la caída multitudinaria inicial. Una pena porque podía haber hecho un tiempazo. Ahí aprendí que esto es lo malo de las avalanchas; influye muchísimo la suerte, casi tanto como tu estado de forma y técnica.
Toca otra vez bajada; sé que voy más rápida que a la mañana, sé que tengo gente detrás y no quiero que me alcancen, sé que no puedo perder de vista a Kike y sé que tengo que ir con todo mi poderío (qué bonita me ha quedado la frase) para recuperar el tiempo de la caída. Y salto en vez de trialerar, empunto, da igual, recupero la estabilidad y sigo pedaleando hasta que me veo cruzando la meta.
Medio aturdida, alcanzo a ver ¿tortilla de patatas y empanada? Y a Kike, y a Miguel, y a José, y a Marian, y a Mó... ya no sé a quien dirigirme, le doy un beso a José y voy corriendo hacia Kike para darle un abrazo, reír como idiotas y agradecer mutuamente la compañía en esta aventura. Estoy emocionada, con la adrenalina por las nubes, sudando como una esponja. Escucho a José decir que he quedado la 39!!! De 70 que estábamos apuntados en las listas!!!
Ya sólo falta la entrega de premios... Ala, todo el pódium para mi solita. Disfruto de mi momentazo de gloria, mis nuevas gafas de sol (oigo a Mó diciéndome que me las ponga y yo soy muy obediente). Y saco a la payasa que hay en mí para las fotos.
Subimos de nuevo a la estación para despedirnos de todo el mundo. Besos, abrazos y otros 200 kilómetros en la cuenta del Picachu.
¿Nos vemos en la próxima?

No hay comentarios: